El estrés postraumático: qué es y cómo tratarlo

El trauma puede definirse como una respuesta de nuestro sistema nervioso a ciertas situaciones, ya sea algo puntual o algo en el tiempo. Es una experiencia percibida, por lo que para cada persona es totalmente diferente. Muchas veces solemos pensar al trauma como un evento o una situación puntual que nos afecta sobremanera. Sin embargo, es mejor definirlo de otra manera: es la respuesta, la experiencia percibida por nuestro sistema nervioso, y no necesariamente depende del tiempo.

Puntualmente, los síntomas del Estrés Postraumático son una consecuencia de la energía que queda bloqueada por nuestro sistema nervioso, por todo eso que nos genera el evento (o los eventos) iniciales. Tanta energía contenida puede salir de diferentes maneras: pesadillas; re-experimentación o flashbacks; y sobre todo fuertes sensaciones físicas como crisis de ansiedad o ataques de pánico.

Los tipos de trauma

El trauma puede ser algo que sentimos demasiado poco por demasiado tiempo; o que sentimos demasiado en un corto período de tiempo. Y es el efecto que produce en nuestro sistema nervioso lo que termina haciendo que sea difícil de sanar y que lo llevemos con nosotros en nuestro futuro.

El trauma, además, no tiene que ver exclusivamente con un solo episodio. Para profundizar ese análisis, te presentamos los tres tipos de trauma que trabajamos desde Mind Body Collective:

-Trauma agudo: sí es una experiencia puntual, como un accidente.
-Trauma crónico: es una situación que se prolonga en el tiempo ⏳, como la violencia doméstica.
-Trauma complejo: cuando se da la combinación de los dos traumas anteriores.

Terapia EMDR y trauma

El modelo terapéutico EMDR fue creado por la psicóloga Francine Shapiro y aborda especialmente el tratamiento de los traumas para ayudar a las personas a procesar esas experiencias.

Este modelo de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (en sus siglas en inglés, EMDR), busca recordar un trauma que la persona tenía olvidado en su inconsciente y que le ha traído secuelas negativas que pueden llegar a transformarse en trastornos.

Lo que buscamos con este tipo de terapias no es modificar las emociones o pensamientos productos del trauma; si no procesarlas para avanzar al proceso de curación.

Los apegos y nuestras relaciones

El apego es la relación que formamos con otros seres humanos, y los primeros lazos que formamos en nuestras vidas serán los que moldeen la forma de ver y de vincularse con el mundo. En la niñez creamos nuestros primeros apegos, de acuerdo a la forma en la que nos relacionamos con nuestros cuidadores. Y es allí donde comenzamos a forjar la manera en que nos relacionaremos con el resto de las personas.

Estas experiencias tempranas de apego nos crean una especie de mapa en nuestro cerebro, con el que se guiarán el resto de nuestros vínculos. Lo ideal es que se basen en la confianza y en experiencias positivas, lo cual nos llevará a repetir patrones saludables en un futuro.

Apegos positivos son aquellos que nos hacen sentir seguros y forjar vínculos donde nos sintamos valorados. Y en los casos contrarios, es donde la psicoterapia puede ayudar para reprocesar las experiencias del pasado e intentar sanarlas.

Los tipos de apego

Como dijimos anteriormente, los apegos positivos son aquellos vínculos basados en la confianza y donde nos sentimos valorados. Pero hay formas de apego donde esto no ocurre. Podemos marcar tres tipos de apegos inseguros:

-Ambivalente: está representado por la desconfianza hacia extraños y por el estrés ante las separaciones.
-Evitativo: es cuando cuesta demostrar las emociones, y suele estar relacionado con la poca o nula atención recibida en la infancia.
-Desorganizado: se genera en ambientes muy caóticos, especialmente cuando el vínculo con los cuidadores estuvo atravesado por el miedo.

Estos apegos tienen sus raíces en la infancia, en esos primeros vínculos de la niñez.

¿Cómo reprocesar nuestros apegos?

Si los apegos inseguros se originan en la infancia, como venimos remarcando en esta entrada, lo mejor es buscar una terapia que nos ayude a reprocesar aquellos recuerdos e intentar sanarlos para seguir adelante con vínculos más positivos.

La terapia de EMDR es una excelente alternativa para buscar reprocesar traumas. Esta clase de terapia intenta procesar la experiencia traumática que ha llevado a la persona al desarrollo de la patología o del trastorno: en lugar de poner el foco en modificar las emociones, pensamientos o comportamientos que son producto del episodio traumático vivido, lo que hace es permitirle al cerebro reanudar su proceso de curación natural.

El estrés, el burn out y nuestros malos hábitos

El cuerpo muchas veces quiere hablarnos, quiere contarnos que algo le pasa. Y en ciertas ocasiones, hay malestares físicos que pueden tener que ver con el estrés laboral o con el fenómeno del burn out.

Fatiga, dolores de cabeza, molestias en el estómago… Esos malestares que quizá no vienen de una razón médica certera tienen sus raíces más profundas: ¿qué nos pasa que no podemos soportar la carga diaria de nuestros trabajos?

Esas señales de alerta son fundamentales para preguntarnos internamente y tratar de frenar a tiempo antes de que este estrés se siga acumulando.

El burn out, estrés laboral

El burn out es un fenómeno relacionado principalmente al ámbito laboral, y que en en épocas del año con más exigencia (como cierres o picos) toma más fuerza que nunca: es esa sensación de “estar quemados” con nuestra rutina y las exigencias de nuestro trabajo.

Las presiones de los cierres de año y los balances de los objetivos cumplidos (o no) durante ciertos períodos pueden hacer que esta situación se intensifique. Y, más allá de las presiones lógicas de un ámbito laboral, esto puede tornarse complicado para sobrellevar: es allí cuando debemos identificar qué es lo que realmente nos molesta y hace que nos cueste soportar el día a día.

Tips para combatir el estrés

Te dejamos algunas herramientas para tratar de aliviar el estrés:

  1. Toma conciencia de lo que te está ocurriendo: intenta entender e interpretar lo que está pasando dentro de ti. Es fundamental que le des la verdadera importancia que tiene esta necesidad de arreglar estos sentimientos que te perjudican en tu vida diaria.
  2. Identifica patrones o momentos que te despierten estas situaciones de estrés: eventos en la oficina, discusiones con compañeros, presiones por algún tema en específico. Cada vez que el estrés se haga presente, trata de identificar ese momento previo.
  3. En caso de que te sea más complicado hallar respuestas internamente y con esta introspección, puedes consultar un profesional: la terapia es una gran ayuda para buscar las raíces de nuestro estrés y comenzar a combatirlo.

La regulación emocional y la ventana de tolerancia​

Las emociones no siempre son fáciles de manejar. A veces la ira se nos va de las manos, la angustia nos genera crisis de llantos y demás. De eso se trata la desregulación emocional: cuando el control sobre las emociones es muy pequeño, generando reacciones impulsivas.

¿Por qué se genera esta desregulación emocional? Si bien los factores pueden ser variados, muchas veces las causas de estos comportamientos vienen de la infancia: un niño que crece en un ambiente donde sus emociones no son toleradas seguramente aprenderá a desconectarse de ellas y no sabrá cómo manejarlas en un futuro.

Para interpretar mejor estas situaciones, les contaremos del concepto de Ventana de Tolerancia.

Nuestra ventana de tolerancia

Este concepto define el rango emocional que somos capaces de soportar, aquel nivel de emociones donde nos sentimos seguros y cómodos.

¿Alguna vez has sentido que algo te estaba afectando más de la cuenta? ¿O has percibido que algo debería emocionarte más y, sin embargo, no lo hace? Acerca de ese rango vamos a estar hablando: es importante trabajar para estar en ese rango donde nos sentimos cómodos y seguros con nuestras emociones.

Al sentir demasiado, podemos sentirnos abrumados y sobrepasados, demasiado estresados y hasta con ritmos cardíacos y respiratorios acelerados. Si nos ubicamos en sentir poco, estaremos distanciados, bloqueados, con una sensación de congelamiento. ¿Cuál es la medida justa? Allí donde estamos en calma y conectados con nuestras emociones, abiertos a la comunicación.

¿Cómo reconocer esa ventana?

Decimos entonces que buscamos reconocer el rango de las emociones donde nos sentimos cómodos. ¿Cómo logramos identificarlo? Conociéndonos más a nosotros mismos. Identificando nuestras emociones y entendiendo lo que pasa por nuestor cuerpo, podremos comprender mejor cuándo estamos sintiendo demasiado (o a la inversa).

La terapia puede ser un viaje interno fundamental para este proceso de auto conocimiento de nuestras emociones.

Síntomas y estigmas: ¿quién necesita psiquiatría?

Síntomas y estigmas: ¿quién necesita psiquiatría? 

La psiquiatría es una rama de la medicina se centra en el diagnóstico, tratamiento y prevención de trastornos mentales, emocionales y conductuales, que pueden estar afectando tu vida cotidiana, sea en el plano laboral o social. El punto de partida es la identificación del síntoma que padece la persona y saber si es repentino o de largo plazo. Las más usuales suelen aparecer bruscamente: ataques de pánico, crisis de angustia, insomnio y alucinaciones, entre otros.

Estos trastornos no deben pasarse por alto, ya que pueden estar generando un impacto negativo en tu vida que se debe resolver antes de que siga empeorando. Si notas que alguno de estos síntomas o problemáticas forman parte de tus días, no dudes en realizar una consulta con un profesional: la psiquiatría puede ayudarte para volver a tomar el control de tu vida.

Los estigmas de la psiquiatría

Si bien la psiquiatría es una de las prácticas más extendidas en el mundo, pesa sin embargo una fuerte estigmatización sobre los pacientes psiquiátricos.

Desde Mind Body Collective incentivamos a dejar de ver con malos ojos la psiquiatría y sus tratamientos. Por el contrario, el trabajo desde la psiquiatría puede ser la clave para devolverle la calidad de vida a alguien afectado por problemas bruscos como los ataques de pánico o las crisis de angustia.

Incluso los psicofármacos, comunmente vistos de reojo, no distan mucho de algún otro recetado para otro tipo de enfermedad…

Los psicofármacos pueden ser muy útiles durante un tratamiento psiquiátrico para lograr combatir aquellos trastornos que afectan la calidad de vida del paciente. La clave está en el seguimiento: con el apoyo y la asistencia de un profesional, se puede tener la revisión adecuada para evaluar si mantener el tratamiento recetado. Muchas veces, incluso, la medicación ni siquiera es necesaria: una entrevista con el psiquiatra puede conducir a otras alternativas.

Un enfoque social y cultural

Desde el equipo de Mind Body Collective procuramos mantener la identidad biopsicosocial de la especialidad tratando de trascender los límites usuales de la medicina e involucrar perspectivas psicológicas, sociales, culturales, e históricas de cada paciente. 

Para nosotros es fundamental conocer al paciente desde la primera sesión, para conocer sus objetivos y poder trabajar sobre ellos en equipo.

 
Hábitos, insomnio y psicofármacos.

Nuestros hábitos, el insomnio y los psicofármacos

Nuestros hábitos de sueño, el insomnio y los psicofármacos

¿Sabías que un tercio de los adultos reportan problemas para dormir? Los desórdenes en el sueño pueden traernos problemas: cansancio, irratibilidad y falta de foco son los más comunes, pero esto puede profundizarse hasta coexistir con problemas de depresión y ansiedad.

Para trabajar en una mejor calidad de vida, las horas de descanso son importantes. El sueño, aunque a veces lo subestimemos, es una parte fundamental de ella. Y es uno de los hábitos y de las rutinas que se deben tener en cuenta en nuestra planificación diaria.

Identificar nuestros malos hábitos

En el caso de los problemas del sueño y de su caso más extremo, el insomnio – la dificultad para dormirse o mantenerse dormido-, se trata de una situación que nos está alertando sobre algo adentro nuestro que no nos deja tomarnos ese momento de descanso y de desconexión con el resto de la rutina: entre el 40 y el 50% de las personas que sufren de insomnio padecen también de otro trastorno mental.

Además de la terapia, donde el paciente puede tratar sus traumas como causas del insomnio, también se puede recurrir a la psiquiatría y a determinados psicofármacos, una vía muy útil para mejorar el sueño.

El concepto de “Higiene del sueño”, tratado y estudiado por el equipo de Mind Body Collective, es una forma de trabajar específicamente sobre los problemas del insomnio, que permite actuar rápidamente sobre los pacientes con esta afección que impacta negativamente en sus rutinas. Recuperar la calidad del sueño es recuperar calidad de vida.

Los psicofármacos para el insomnio

Una combinación recetada de medicamentos, usados por períodos cortos y bajo el seguimiento de un especialista, pueden ayudar a aliviar este desorden. Pero para decidir optar por esta vía, además de contar con el apoyo de un profesional especializado, también debemos dejar de lado nuestros perjuicios.

Los medicamentos recetados por un psiquiatra no son muy diferentes a aquellos prescriptos para tratar la presión arterial, la diabetes u otros problemas que necesitan de cierto seguimiento. En caso de trastornos mentales que estén afectando la vida cotidiana de sus pacientes, los psiquiatras suelen recurrir a ellos: los psicofármacos pueden lograr beneficios en aspectos químicos dentro del cerebro.

Una vez comenzado el tratamiento, se precisa un seguimiento periódico por parte del psiquiatra para evaluar los efectos sobre el paciente. Los psicofármacos, con el cuidado correspondiente, deben dejar de ser tabú. Nuestra salud mental, con mayor descanso y sueño de calidad, nos lo agraecerá.

Disidencias, vergüenza y homofobia internalizada

Disidencias, vergüenza y homofobia internalizada

Disidencias, vergüenza y homofobia internalizada

 

En tiempos donde la discusión sobre el género está en boca de muchos, en esta entrada de nuestro blog buscaremos explicar algunos puntos que nos parecen fundamentales: ¿cuáles son las diferencias entre el sexo, la identidad de género, la expresión de género y la orientación sexual de una persona?

Identidad de género y orientación sexual

En primer lugar, el sexo es la combinación de características físicas con las que los médicos categorizan a los recién nacidos: las categorías actualmente usadas son las de varón, mujer o intersex.

La identidad de género, en cambio, es la vivencia interna y personal de cada uno con respecto a ese género: puede corresponder (cisgénero) o no (transgénero) con el sexo asignado al nacer. Además, esta identidad puede ser variable a lo largo de la vida, y no es necesario que esté alineada a las categorías binarias habituales de varón y mujer.

Siguiendo con nuestro análisis tenemos también la expresión de nuestro género: esta es la forma de manifestarlo a través de acciones, formas de vestir, peinados y demás. Tiene un componente mucho más cultural y es habitual que se modifique con el paso del tiempo.

Por último está la orientación sexual, algo totalmente diferente al género: hace referencia acerca de por quiénes nos sentimos atraídos física, romántica y sexualmente (o incuso de otras formas).

Hay aspectos, entonces, que dependen mucho de nuestra autopercepción y de un autodescubrimiento por parte de cada uno. En nuestras terapias buscamos validar, celebrar y apoyar esa identidad de género, esa expresión o esa orientación sexual autopercibida: ese proceso de descubrimiento debe consolidarse para poder llevarse con orgullo en la vida cotidiana. Pero… ¿qué pasa cuando nos cuesta manifestar alguno de estos componentes?

La vergüenza al no aceptarnos

La vergüenza funciona como una forma de represión ante nuestras emociones, y puede ser un problema si se da habitualmente sin permitirnos expresar estas emociones con normalidad. Es, en última instancia, el miedo de que los demás sepan cómo nos sentimos. Esta vergüenza muchas veces se reproduce dentro de las relaciones parentales: los padres o madres pueden intentar reprimir las emociones de los niños.

En el caso de asuntos vinculados a nuestra identidad de género u orientación sexual, el mandato externo suele estar muy presente a la hora de poder expresarnos y no sentir vergüenza de nuestras emociones en este campo. No poder manifestarnos con orgullo hacia el exterior puede traernos consecuencias graves en nuestra vida cotidiana ante tanta represión, ya sea desde el afuera o incluso por nosotros mismos.

La homofobia internalizada

Como vimos en el inicio de esta entrada del blog, nuestra identidad de género depende mucho de un proceso interno de descubrimiento. Dentro de este trabajo, podemos encontrar trabas relacionadas con la Homofobia Internalizada. Este fenómeno se trata del rechazo hacia cualquier aspecto propio de la diversidad: es generada por nosotros mismos y, en casos extremos, puede generar fuertes daños en nuestra autoestima.

La homofobia internalizada se expresa hacia afuera con discriminación y maltratos, mientras que internamente se relaciona mucho con la culpa o la vergüenza: es la represión de nuestras emociones en el ámbito sexual.

Con terapia, este paso será más fácil de superar en el camino a gozar plenamente de nuestra identidad de género u orientación sexual. Vivir con orgullo nos llevará a una calidad de vida muy superior.

Mitos sobre la psiquiatría

La salud mental no es algo para tomarse a la ligera. Sin embargo, con el correr de los años, muchos mitos o creencias acerca de la terapia y la psiquiatría han ido tomando fuerza de manera equivocada. Desmentirlos lleva tiempo y esfuerzo, pero resulta necesario para dejar las cosas claras.

El más común, el que seguramente todos han oído al menos una vez, es ese que dice que “la psiquiatría es cosa de locos”. Esto es erróneo por muchos motivos, fundamentalmente porque la asistencia profesional en temas de salud mental resulta fundamental para el progreso de muchas personas que no necesariamente sufren de demencia. Entonces esta afirmación se torna prejuiciosa y desalentadora. Siendo que 1 de cada 4 personas requieren apoyo de un terapeuta (según datos de la OMS), seguir afirmando algo semejante es casi arcaico.

¿Qué otros mitos sobre la psiquiatría andan dando vueltas? 

*“Las enfermedades mentales son irreversibles”: por supuesto, esto es falso. Todos los padecimientos pueden ser transitorios o parciales y, con el tratamiento y acompañamiento adecuado, serán controlados para que la persona retome su vida con normalidad y bienestar.

*”Las personas con padecimientos mentales son peligrosas”: otra vez, falso. Una persona que sufre algún tipo de trastorno, no es más peligrosa que cualquier otra. De hecho, en muchas ocasiones, estas personas son más vulnerables a sufrir algún tipo de violencia.

Estos son apenas tres de los muchos ejemplos de mitos sobre la psiquiatría que dan vueltas en la sociedad. Es nuestra responsabilidad como profesionales aclarar que estas afirmaciones son falsas y no resisten ningún análisis metódico o crítico. 

Fundamentalmente porque si una persona siente que necesita ayuda, pero se ve envuelta en la duda que estos mitos/prejuicios fomentan, será peligroso para su salud. Dejemos de lado la desinformación propagada del ayer, para tomar las riendas de nuestra vida hoy mismo. Con la ayuda indicada, es posible.

Cómo saber si necesito terapia

Acudir a un psicólogo o psicóloga es una clara muestra de preocupación (en mayor o menor medida) por tu salud mental. Claro que la decisión de empezar terapia depende de múltiples factores de acuerdo a la experiencia de cada persona, pero hay algunos puntos que se pueden tener en cuenta a nivel general y así responder a la incógnita planteada en el título: ¿cómo saber si necesito terapia?

Los problemas que pueden abrir los ojos del (futuro) paciente son muchos y muy variados. En ese sentido, los más comunes suelen ser la regulación emocional, el autoestima o las relaciones interpersonales.

La pérdida del control de las emociones (desregulación) es uno de los focos de consulta más presentes, porque saltan a la vista de inmediato. Sucede cuando estás muy irritable, distraído o deprimido, por ejemplo. A partir de allí hay una “alarma” que se enciende. Y esa alarma puede ser apagada acudiendo a terapia.

Pero estos cambios de humor y el aumento de una agresividad difícil de explicar no son los únicos parámetros que deberías tener en cuenta a la hora de resolver si es momento de visitar a un profesional de la salud mental. Porque más allá de la falta estabilidad emocional que se puede haber detectado, hay otras señales de que algo no está en su cauce ideal.

¿Cómo te ves a vos mismo? Si no estás conforme con tu propio concepto o no lográs aceptar tus comportamientos y pensamientos, entonces tu confianza y tu estado de ánimo irán en descenso. Porque esa “evaluación” interna que hacés, repercutirá negativamente en tu autoestima y allí, justamente, está otro de los puntos a tener en cuenta: no le des lugar a un mal concepto propio. 

Y así como nacen los problemas con uno mismo, pueden haber también cortocircuitos con tus afectos más cercanos (pareja, padres, hermanos, etc.) y esos son vínculos que deben mantenerse saludables. Primero que nada porque te ayudará a estar bien a vos mismo, pero también porque las consecuencias de unas relaciones interpersonales problemáticas pueden ser bastantes. Y para no llegar a ese punto, una consulta a tiempo con un terapeuta será de mucha ayuda. Hay muchas formas de darse cuenta si un vínculo se está tornando peligroso, los más comunes suelen ser la manipulación o los maltratos, verbales e incluso físicos (en casos más extremos). 

Por suerte ese viejo y equivocado mito de que la terapia es “para los locos” ha quedado prácticamente desterrado de la sociedad. Con el tiempo, el papel de los psicólogos y psicólogas ha pasado a ser cada vez más importante y más valorado (en pandemia más que nunca), porque las personas han tomado conocimiento de que sus problemas y sus padecimientos pueden ser tratados de manera profesional –incluso desde diferentes ramas- y ver grandes progresos en pos de su bienestar. 

Por eso, si estás buscando la respuesta acerca de cómo saber si necesitás terapia, te recomendamos que tengas en cuenta los puntos que hemos detallado en este texto. Y no olvides que si hay algo de tu personalidad, tu historia o tu realidad que no te conforma o directamente no te gusta, ese también es un buen punto de partida para comenzar a autoanalizarte.